Blog

Tercer derecho básico

Tengo derecho a no intentar alcanzar la perfección en aquello que hago, en aquello que siento ni en aquello que soy.

Nos han enseñado que si somos «buenos» o queremos serlo tenemos que ser perfectos, hacer, sentir y ser de tal modo que no haya corrección posible. Si somos buenos tenemos que conseguir nuestros objetivos siempre o por lo menos en aquellas facetas o situaciones que sean importantes para nosotros. Es decir, si consigo mi objetivo soy válido y no lo soy si no lo consigo… ésta creencia es la que más sentimiento de culpa nos genera con lo que es una auténtica bomba para nuestra autoestima y por lo tanto una semilla imprescindible para que nazca una depresión. Vivir en ésta continua presión generando dudas constantes acerca de mi valía, dudando de ella, nos llena de ansiedad y de miedo al futuro… y no queremos eso ¿verdad?…

Pues entonces tendré muy claro que mi valor no depende de si consigo o no mi objetivo sino de cuál ha sido la forma de hacer y cómo me he entregado a la tarea. Si en el momento de hacer mi trabajo lo he hecho de la mejor forma que he sabido hacerlo poniendo de mi parte los recursos que tengo para resolver, tratando de hacerlo lo mejor posible dadas las circunstancias en las que me encuentro será que no he podido hacerlo mejor y por tanto ahí estoy expresando mi valor. Siempre podemos hacerlo mejor… con más tiempo y más experiencia, pero hoy aquí y ahora sólo puedo dar lo que tengo hoy aquí y ahora…

Si me exijo la perfección, como es imposible alcanzarla, no me quedará más remedio que sentirme frustrado consiguiendo todo el tiempo una enorme sensación de fracaso, con lo que sin querer empezaré a utilizar mis mecanismos de defensa y empezaré a posponer ó incluso a dejar de hacer aquello que me plantea problemas respecto a mi valía y mi efectividad o bien me exigiré hacer más de lo que humanamente puedo hacer, cosa imposible, que hará que me forme una imagen de mí distorsionada, pobre y débil.

Atendiendo a este derecho que consiste en ni tan siquiera INTENTAR alcanzar la perfección puedo decidir la cantidad de esfuerzo que dedico a una tarea dependiendo de lo importante que sea para mí según mis intereses y hacerlo como considere que está suficiente bien o incluso mal si a mí no me importa… acuérdate del derecho anterior a ser mi propio juez…

Esta exigencia de perfección nos complica mucho la vida… a nosotros mismos haciéndonos creer que no somos adecuados, complica nuestras relaciones cuando éstas no son fáciles, suaves y maravillosas y cuando las personas con las que nos relacionamos tienen defectos y no se comportan como esperamos de ellas. Y si, las personas tenemos defectos, somos limitadas y jamás llegaremos a vivir en ese estado de omnipotencia sin mácula que «dignifique mi existencia».

Vivir con la creencia de ser una persona válida que no necesita tener éxito siempre para demostrarse nada a sí mismo, y que no deja por el camino la vida en el intento no tiene precio…

Autoaceptación, Autoestima, Derechos Básicos

Leave a Reply